La pelvis de
las hembras, además de permitir la locomoción y de soportar una parte
importante del peso del cuerpo, tienen que permitir el parto. La pelvis
alargada, característica de los monos, es una pelvis llamada “en tensión”, que
está al servicio de la locomoción cuadrúpeda apoyándose sobre los pies y sobre
los nudillos de las manos. Al iniciarse la bipedestación, la pelvis se modificó
para soportar todo el peso del cuerpo y repartirlo entre los dos elementos de
sustentación que son las piernas. La pelvis de los australopithecinos era más
achaparrada; es lo que se llama una pelvis “en presión”. Esta disposición de la
pelvis culminó en la pelvis humana.
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